Me pongo a escribir mil y una palabras de las que terminan arrugadas en papel sin más uso que el desahogo. Me pongo a pensar en cómo sería todo con esas ideas totalmente claras y me doy cuenta más tarde que temprano de que el problema soy yo. Mis pensamientos, mi sentimientos, mis deseos,... no son más que problemas, uno detrás de otro se abalanzan sobre mi y me hunden en el camino final de este ciclo de vida.
Bienvenida me dijeron al llegar, comienza de nuevo y no te rindas cuando tropieces me dijeron al andar y ahora solo me animan a terminar de no muy buena manera.
Si supiera que hacer acabaría derrotada a tus dulces encantos de demonio, acabaría vendiendo mi alma al diablo sin más que pedir a cambio la vida joven y eterna para llegar a esa época de cambio donde mueres sin que de tiempo a pestañear, viendo como unos y otros sufren y derraman sus ideas en ríos de sangre para alimentarse de una pequeña bocanada de aire.
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