¿Qué importan ya unas cuantas lágrimas más? Da igual el cómo o el porqué.
Acostumbrada a tantas cantidades de relámpagos cayendo sobre mi cuerpo, acostumbrada a no poderme resguardar de la fría e intensa tormenta que me persigue a cada paso que intento dar hacia la siguiente parada. Estúpida de mi por creer en algo que nunca se dio en ningún libro.
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