viernes, 17 de octubre de 2014

Night.

Encerrada entre las paredes del destino acabé rozando el abismo de la desesperación, día a día con los ojos bien cerrados esperando no ver que había más allá pues la vida no me daba más, con la boca bien cerrada esperando no comer, no beber, acabar con aquello que no entendía, con los oídos tapados como dos tablas que no sienten esperando no escuchar lo que iba a venir, no quería saber, ni conocer porque estaba yo ahí encerrada, asustada, cautiva del amanecer.
A veces, rayos de luz, pequeños destellos me hacían dudar de si en algún lado existía una puerta para acabar, para salir y verme desde fuera como seguían pasando los días. Otras tantas, me rendía y sentada en un rincón todo lo escondía, entre lágrimas sin vida, lágrimas de malos sueños y buenas pesadillas, gotas de viento mojado que recorrían, como yo, un camino decantado al dulce final del suicidio.
Encerrada entre las paredes del destino acabé rozando el abismo de la desesperación, adiós luces de vida, hola oscuro anochecer.


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