viernes, 30 de agosto de 2013

Malditas benditas reacciones de sensaciones.

Recuerdo como cada vida fue llegando al extremo de muerte. Desolados cuerpos llenos de oscuras intenciones con desgarradoras voces intentando decir algo que no podían decir.
Los truenos caían a su alrededor, los relampagos iluminaban su camino, la lluvia desintegraba sus cuerpos. La ciudad no sabía que a lo lejos se avecinaba algo más que una simple y estruendosa tormenta.
Como si de una capa de niebla se tratase empezaron a apoderarse de lo que hasta ese momento había sido un lugar de ocio humano.
La ciudad parecía retroceder en el tiempo al paso de las masas de seres inertes, que iban arrasando cada rincón de vida mientras parecían reir. Cada suspiro, cada latido, cada grito... fueron desapareciendo con el paso de los minutos. Las muertes eran algo más que crueles asesinatos, los ciudadanos se convirtieron en simple y frágil comida.

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