Ahí estaba yo, bailando, en mitad de la gente, dándolo todo, dejándome llevar, sintiendo como los efectos del alcohol me enredaban.
Ahí estabas tú, en la barra del bar, pidiéndote la siguiente copa, mirando a la chica de la derecha, observándola hasta ver al novio aparecer, más alto, más fuerte.
Yo agotada, cansada, con ganas de irme a casa. Tú aturdido por creer que tenías posibilidades, viendo como la noche acababa.
Ambos saliendo por la puerta, ambos mirando a la nada. Dos caminos distintos chocando en una misma puerta y provocando un par de disculpas, unas miradas, unas sonrisas y un adiós.
Precioso.
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