Todavía escucho esas voces, voces de dolor, de sufrimiento, voces de agonía.
Me dejo llevar por ellas y llego a ese lugar donde nadie consigue llegar en vida. Me meto en el infierno sudando paz y dejo mi mal resurgir para avanzar cayendo en una no cierta oscuridad. Empiezo a hervir de venganza y desaparición llegando al punto de no retorno.
Después, despierto y mato el silencio ensuciándome de oscuras brisas de llanto y sigo pensando que es época de cambio, época de vivir no llorando.
Hace tiempo empezó a ser hora de salir de ese lado y continuar avanzando hacia el lado de la imaginación, temiendo a aquello que jamas temí y sintiendo cada gota de sangre recorrer mi piel al herir a mi rival en la pelea de la vida: el tiempo.
Es un texto muy conmovedor y que llega.
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