Volví la vista y me di cuenta segundos después de que desde aquel momento te pertenecía, de que era víctima de tu dulce voz y tus bonitas palabras. Atraída como un gato por el más tierno ratón me fui hacia ti, sin saber que aquello terminaría con un intercambio de destinos.
Seguí tu curso como agua por río y desemboqué en mar desconocido sin haberte encontrado. Todo acabó con un simple adiós, un adiós roto dentro de una conversación perdida y sin destinatario aún.
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