Abro los ojos y miro el techo repleto de papelitos que caen recordando todas esas cosas que debería haber hecho y dejé atrás, tal vez por miedo, por ignorancia o porque, simplemente, no me apetecía en ese momento aunque hacerlo fuese lo correcto. Y, ¿ahora qué? ¿Debo arrepentirme? Quizás, pero es inútil recordar, inútil reír, inútil mi sonrisa porque tapa mis lágrimas hechas del más frío ácido en un no siempre oscuro destino.
Cierro los ojos y empiezo a caminar por esa oscuridad que hay en todas las mentes, sigo hacia delante, tomo un atajo por la escala de grises de mis recuerdos y empiezo a ver una luz. Me paro, no quiero continuar más. ¿Qué es eso que veo a lo lejos? ¿Tal vez esperanzas o un nuevo camino? Imagino un cómodo asiento, "aquí esperaré a que aquello que hay en la luz se vuelva claro y distinto. No deseo caer una vez más al abismo."
martes, 7 de enero de 2014
Mirada de dos destinos.
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