Cuando te des cuenta de que lo que haces mal puede acabar bien, cuando
sepas que hay un desvío hasta el comienzo, hasta la felicidad.
Cuando te
des cuenta de eso, entenderás que lo que decía era cierto, que el
cielo no tiene que ser rosa, que no hace falta la luna ni una casa en
las nubes para poder vivir el día a día como si fuese el último, que no
hace falta ser perfecto pues los errores siempre vienen bien para que
uno aprenda a retroceder y no volver a caer en lo mismo. Los
errores te enseñan a pedir perdón y perdonar, a arrepentirte de todo aquello
que tu conciencia no pueda evitar, puede que hagan daño y puede, también, que no gusten a nadie pero están ahí, y siempre lo estarán.
Cuando te des cuenta, volveremos a hablar. Mientras tanto... Hasta luego. Un saludo, tu conciencia.